Hace unos cinco años, el cambio climático y la medición de la huella de carbono constituían uno de los principales temas evaluados por las empresas para levantar proyectos. Con los años, el escenario fue cambiando y mientras aparecían otros tópicos importantes, como la “licencia social para operar”, la cuantificación de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) comenzó a tener otros fines.
De todas maneras, siguen existiendo empresas interesadas en medir sus emisiones, pero más bien por un asunto de contabilidad energética, con el fin de reducir costos y hacer más eficientes sus procesos. De hecho, este es el camino que están siguiendo algunas consultoras, las que se preocupan de asesorar a las compañías en la medición de sus GEI, con el fin de impulsar medidas para disminuir sus gastos en combustible y electricidad. Algunas de las que prestan servicios en el área son EY (antes Ernst & Young), POCH y ACTUA360.
GEI en la acuicultura
En 2010, revista AQUA publicó un artículo donde se hacía mención al escaso entusiasmo de este sector productivo por la medición de la huella de carbono. Hay que considerar que en ese entonces la salmonicultura venía saliendo de la crisis sanitaria del virus ISA, mientras que los mitilicultores enfrentaban problemas de producción y mercado, lo que hacía presumir que no era el mejor momento de preocuparse por el asunto.
En la actualidad, el panorama no ha cambiado mucho. De hecho, se conocen sólo dos empresas que han incursionado en la medición de la huella. Se trata de Mainstream Chile y Ventisqueros, las que comenzaron hace un par de años con estudios en el área. A ellas, se sumarían un par de compañías mitilicultoras.
Desde Mainstream Chile relatan que iniciaron la medición de sus emisiones en 2010, con datos de 2009. “Los objetivos fueron determinar la huella de carbono del producto (Kg CO2e/Kg pescado) y convertir a la empresa en la primera salmonicultora nacional en hacer esta medición”, comentaron. En la actualidad, dicha compañía trabaja en el cálculo de su huella de carbono 2012 y “en la mejora en el levantamiento de información, aspecto fundamental para la obtención de resultados precisos”, según lo informado.
Otra empresa que está empezando a medir sus emisiones es Salmones Antártica. De acuerdo con su gerente técnico, Paulo Palacios, se va a efectuar la medición en una piscicultura nueva, “debido a que fue parte de los compromisos establecidos en la Declaración de Impacto Ambiental. De todas maneras, aun no lo vemos como un tema global”. Respecto de las emisiones de la firma en general, agrega que “hoy estamos cumpliendo con la normativa. En el caso de la planta de alimento, estamos evaluando mejoras para disminuirlas, pero todavía estamos en pañales. Claramente, debemos trabajar en esto a mediano plazo”.
Otras compañías, como AquaChile, no están realizando actividades vinculadas directamente con la huella de carbono, pero sí mantienen interés por todo lo relacionado con el medio ambiente, lo que se refleja en su Reporte de Sustentabilidad. “También informamos cada año al Ministerio de Salud el consumo anual de combustibles que caen en la categorización ‘Calderas y Grupos Electrógenos con Potencia Mayor a 20 kva´. Con este consumo, ellos pueden extrapolar a través de fórmulas la generación de CO2 a la atmósfera”, explicaron desde la empresa.
Un caso parecido es el de Marine Harvest Chile, que si bien no tiene programas específicos en cuando a la huella de carbono en el país, su casa matriz noruega ha publicado Reportes de Sustentabilidad donde se detallan las acciones que se toman para impactar lo menos posible el medio ambiente.
Beneficios de una buena gestión
Independiente del grado de interés de las empresas acuícolas en el tema, los expertos coinciden en que la preocupación por las emisiones de GEI y las acciones para reducirlos tienen importantes beneficios para las organizaciones. “Las emisiones, el uso del agua y el cumplimiento normativo y social son hoy ejes fundamentales para que una compañía pueda operar. Si tengo una gran ineficiencia en asuntos energéticos, por supuesto que no voy a durar mucho”, manifiesta el director ejecutivo de Sostenibilidad de EY, José Luis García Huidobro.
¿Qué hacer para mejorar? El profesional responde que lo esencial es controlar toda la cadena productiva, teniendo total conocimiento de sus emisiones. “También es relevante incentivar a los proveedores a cuantificar su huella de carbono, en el sentido de la gestión de las emisiones más que por lo corporativo. La idea es estimar, al final de la cadena, un cálculo real de cuánto genera la industria”, destaca García Huidobro, agregando que “la gestión de los GEI está vinculada al ahorro en términos de energía. Por lo tanto, es algo que, de una u otra forma, genera importantes ventajas a la acuicultura”.
Desde POCH, en tanto, consideran que la reducción de los GEI se debe enmarcar en el contexto de una estrategia de gestión del carbono, la cual considera la huella como el primer paso que define la base a partir de la cual se deben administrar las emisiones. “Un estudio de huella de carbono identifica los puntos críticos a lo largo de toda la cadena productiva, permitiendo visualizar las áreas sobre las cuales actuar, dirigiendo de manera costo efectiva los recursos que permitan reducir o mitigar el impacto”, dice el jefe de Proyectos de la Gerencia de Sustentabilidad, Javier Aylwin.
Comenta que “entre las alternativas orientadas a reducir las emisiones a lo largo del proceso se puede mencionar el desarrollo de dietas que favorezcan una mayor conversión de alimento en peso, identificación de alimentos cuya producción sea menos intensiva en el uso de energías fósiles, distinción de oportunidades de optimizar procesos que favorezcan el desarrollo de alternativas energéticamente eficientes y maximizar la capacidad de transporte, entre otras”.
Por su parte, el director de ACTUA360, Benjamín Page, recomienda ir más allá de la medición de la huella de carbono, ya que esta ofrecería una visión “sesgada” de la producción sustentable, al contemplar solo el factor de cambio climático, dejando fuera otros aspectos interesantes, como, por ejemplo, el impacto sobre los ecosistemas, costumbres de la población y uso de los recursos naturales (agua y mar).
“Hay falta de transferencia y transparencia de información para poder tomar decisiones adecuadas con una mirada de industria. No se ha generado el conocimiento ni las instancias de diálogo necesarias para actuar en forma estratégica y avanzar en el camino de la producción sustentable. Sin duda que esto ocurrirá, pero ojalá no se retrase más”, concluye Page.
aqua.cl
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