Desde hace varios años el país se encuentra afectado por una persistente sequía, particularmente en la zona centro norte; en este periodo más de 100 comunas han sido declaras por las autoridades zonas de escases hídrica y algunas zonas de catástrofe. Sin embargo, esta medida sólo es una forma de dar cuenta de la existencia de un problema, pero no apunta buscar soluciones.
Lamentablemente el problema es mucho más complejo. El agua es un elemento vital, es esencial para la existencia de todas las formas vivientes, los seres humanos dependemos del agua para vivir, para proveernos de alimentos, para desarrollar procesos productivos, en fin… sin agua no hay vida. Por ello, una sequía prolongada como la que estamos viviendo no es un problema menor, es una situación compleja que genera alteraciones severas en todo tipo de actividades. Evidentemente estas alteraciones dejan huella que son difíciles de recuperar. Más aun cuando en Chile la legislación permite que se puedan otorgar derechos de agua gratis y a perpetuidad a privados; las mismas regulaciones permiten que existan transacciones de agua, lo cual genera una asimetría en la sociedad entre quienes tienen derechos de agua y quienes no los poseen.
Si analizamos esta situación dentro de un contexto más complejo, el déficit de recursos hídricos se puede tornar un problema grave y que merece toda nuestra atención. Tanto en relación a la posibilidad de acceder al recurso, como respecto a la propiedad de las aguas, el mercado del agua y su trasparencia, la gestión de los recursos hídricos, por nombrar sólo algunos aspectos que es indispensable tener en cuenta.
Chile es un país vulnerable frente al cambio climático; los estudios científicos proyectan que el país sufrirá un proceso de desertificación durante este siglo. Por tanto, más allá de que esta sequía dure un determinado periodo, la tendencia a futuro será la de disponer de menos agua, lo cual nos afectará irremediablemente. Actualmente los centros urbanos con mayor cantidad de habitantes se ubican justamente en las zonas de sequía y en las que se proyecta mayor escases hídrica.
A esto se suma el fenómeno de calentamiento global, que incidirá en aumentos de la temperatura y en que la altitud donde las precipitaciones caen en forma de nieve ocurrirá a mayor altitud, generando dos fenómenos: por una parte se retendrá menos nieve y por otra se aumentarán las escorrentías. Esto que puede parecer lejano, es algo que ya estamos viviendo y que durante el verano de 2013 ya tuvo expresiones concretas con los numerosos derrumbes que se produjeron en el Cajón del Maipo, cuenca por la cual corre el rio Maipo, de cuyas aguas se abastece de agua potable a la cuidad de Santiago.
Otro elemento que complejiza aún más la situación es que en esta misma zona hay importante actividad minera en la alta cordillera, lo que está provocando impactos irreversibles en los glaciares que son en definitiva reservorios de agua. Por ello, la protección de los glaciares resulta un tema de la mayor importancia si queremos comenzar a tomar acciones que permitan paliar los efectos del cambio climático.
Chile necesita una política de recursos hídricos, y más que ello, requiere en forma urgente gestionar de buena manera sus recursos hídricos. Esto implica estudios, monitoreo de caudales y glaciares, regulaciones y, por supuesto, tomar acciones concretas. Como esto pareciera que está lejos de ocurrir, pues el tema del agua hoy no es una prioridad en la agenda pública, una vez más tendremos que ser los ciudadanos los que pongamos el tema en la agenda política e impulsar a que se generen acciones concretas. Entre éstas se puede enumerar desde una ley de protección de glaciares, una normativa adecuada que permita monitorear la cantidad y calidad de las aguas superficiales, proteger las cuencas hidrográficas, lo que permitiría por una parte frenar la deforestación de especies nativas y por otra fomentar la forestación con este mismo tipo de especies. A esto se debe sumar una serie de acciones nacionales y locales dirigidas a distintos sectores y/o grupos, que incluyan exigir tecnologías más eficientes para la industria y la agricultura, además de educar a las personas y gobiernos locales en el uso eficiente del agua.
La invitación es que este 22 de marzo día mundial de las aguas, los ciudadanos y ciudadanas comencemos a tomar conciencia de la importancia que tiene el agua en nuestras vidas, y junto con ello comenzar a exigir que se desarrollen e implementen políticas públicas que nos garanticen el acceso al agua, pues es un elemento vital para la vida al punto de que el año 2010 Naciones Unidas establecieron que acceso al agua y saneamiento es un Derecho Humano, aunque en Chile poco sabemos de ello.
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