crisis agua

“Sólo queda esperar a que llegue el invierno”. Este es un pensamiento recurrente entre los agricultores de la zona centro norte del país, un sector productivo que ha tenido que convivir con uno de los años más secos de la última década

Es la peor sequía en los últimos cinco años. Ni más, ni menos. Con ese escenario de fondo, la agricultura ha tenido que extremar recursos para culminar una temporada compleja donde el agua ha sido el gran ausente.

El principal barómetro de este fenómeno se puede palpar en los embalses que durante este verano sufrieron importantes bajas en su disponibilidad. Y las cifras respecto al global de los embalses en Chile son elocuentes: en enero el conjunto de embalses disminuyó un 14% su disponibilidad, estando un 51% bajo su promedio histórico y a un 32,6% de su capacidad total. Respecto al año anterior, la diferencia es de un 2,5%. La reducción de los recursos se dio principalmente en los embalses dedicados al riego, lo que implicó un duro golpe para el agro.

“La falta de agua es un problema que se nos vino encima, hay una fuerte demanda y la oferta escasea. Esta es la sequía más grande en los últimos 5 años”, dice el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Patricio Crespo.

En cuanto al comportamiento por tipo, los únicos embalses de la red que aumentaron sus recursos fueron los dedicados a agua potable, los que aumentaron un 18,3%, pero están un 17% más atrás que en 2013. Con relación a su promedio histórico la diferencia es de un -19,8%.

En tanto, los dedicados a la generación de energía y al riego (mixtos) presentaron un déficit de un 64% con respecto a sus promedios, mientras que los embalses dedicados exclusivamente al riego mantienen un déficit crítico de un 66% con respecto a sus promedios y de un 31% con respecto a igual fecha de 2013, mientras que con respecto al mes anterior la baja es de un 14,4%.

El epicentro de la sequía

De acuerdo a las estadísticas del ministerio de Agricultura, la región azotada con mayor fuerza por la sequía es la de Coquimbo. En esta zona los agricultores ya tomaron medidas serias y comenzaron a recortar superficie de siembra y en los casos más graves, la solución fue abandonar los cultivos menos rentables.

“Ahora sólo basta esperar que llegue el invierno, esta es la sequía más dura en los últimos 50 años y actualmente la disponibilidad hídrica no debe superar en un 10% a la de un año normal”, sostiene el presidente del Embalse La Paloma, José Eugenio González.

A la fecha este emblemático embalse construido en la década del 60 y que es alimentado por el Limarí, cuenta con 28 millones de metros cúbicos, siendo que su capacidad máxima es de 748 millones.

“En el Limarí nos hemos puesto en el peor escenario posible, ahora sólo nos queda darle la tranquilidad a la población ya que tendrán disponibilidad de agua, puesto que el recurso ya fue restringido para la agricultura y sólo puede ser usado para las necesidades básicas de la población”, afirma González.

En la cuenca del Elqui también han tenido que aprender a convivir con la falta de agua. Allí, el embalse Puclaro está a un 2,3% de su capacidad máxima, con 4,6 millones m3 embalsados; mientras La Laguna embalsa a la fecha 27 millones y se encuentra un poco más holgado, con un 72,03% de su capacidad.

“La situación general es sin duda grave, pero creo que el manejo del recurso que ha hecho la junta de vigilancia nos permite contar hoy con una reserva de 29 millones de metros cúbicos aproximadamente, lo que nos da seguridad que esta temporada saldremos y lo haremos, aunque estrechos, bien”, afirma el presidente de la junta de vigilancia del Río Elqui, Eduardo Cortés Caroca.

Empresarios apuestan por tecnificar

A menor agua, menor rendimiento. Esa es una premisa básica en el agro, y en esta oportunidad los productores del sector asumen que habrá efectos negativos en la mesa de los consumidores.

“Creemos que esta escasez afectará a las hortalizas de la Región de Coquimbo y la V Región, justamente las zonas que abastecen Santiago. También se contempla un efecto en los frutales en el norte y las vides también se verán afectadas”, sostiene Patricio Crespo.

Como era de esperar, las empresas también han tenido que adecuarse al oscuro panorama. Las grandes exportadoras han tenido que focalizar su producción hacia los predios donde poseen mayores reservas, y en el resto, lisa y llanamente han tenido que dejar de lado la producción.

“Muchas empresas han dejado los campos de Copiapó, La Serena y principalmente en el norte. De hecho tuvimos que parar dos proyectos porque no hemos encontrado agua en la zona norte. Teníamos un proyecto de cítricos y granadas, pero sigue estancado”, comenta el socio de Agrícola Garcés, Hernán Garcés.

En Agrícola Garcés, una de las principales exportadoras de fruta fresca del país, revelan que han tenido que echar mano a alta tecnología de riego, con el fin de aprovechar al máximo el escaso recurso.

“Manejamos sensores que miden la humedad, temperatura y todo es muy preciso. No tenemos nada que no esté controlado, y no regamos nada que no sepamos cuánta agua necesita. Si siguiéramos regando como se hacía hace 10 años estaríamos muertos. Además si recorres la zona están todas las faldas plantadas. Por lo tanto la cantidad de hectáreas que se ha regado con la misma cantidad de agua es mucho más”, sostiene el empresario.

En Concha y Toro también han tenido que gestionar la variable de la sequía en sus negocios. En el caso de Viña Emiliana, la compañía desechó adquirir nuevos terrenos en el valle de Casablanca, simplemente por priorizar predios con mayor disponibilidad hídrica. “También seguimos viendo viñedos costeros, apostando siempre por calidad y vinos nuevos. Estamos viendo zonas de San Antonio y Bío Bío a la costa, pero lo más complicado es poder cerrar el tema de las aguas. Esto principalmente desde Algarrobo a la zona de Arauco”, afirma el gerente general de Emiliana, José Guillisasti.

El mismo camino de la eficiencia ha tenido que seguir Viña Montes. La compañía ha realizado millonarias inversiones en tecnificar su producción y así minimizar el impacto en sus cosechas.

“La inversión a través del tiempo es del orden de los US$5.000 por hectárea en riego tecnificado. Eso se ha hecho a medida que se ha ido plantando. Nosotros hemos hecho esto desde el inicio. Y si hiciéramos una inversión que no la tenemos contemplada por ningún motivo, sería sobre suelos que tengan una seguridad de riego potente, porque las masas de agua se están haciendo críticas en este país”, expresa el socio controlador de la compañía Aurelio Montes.

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