embalse

La Paloma y Recoleta cuentan con sólo un 3% de su capacidad, respectivamente, y Puclaro mantiene sólo un 2%. La buena noticia es que especialistas avizoran que este año podría ser más lluvioso

Una crítica situación presentan los embalses de la región, registrando niveles mínimos históricos, según se desprende del último informe emitido por la Dirección General de Aguas (DGA). Al 28 de febrero de este año, la disponibilidad hídrica sumadas las 8 infraestructuras de la zona llega a 86,63 millones de metros cúbicos, es decir, sólo un 6,5% de los 1.315,5 millones de metros cúbicos de capacidad existentes.

De acuerdo a estos datos, La Paloma en el Limarí, el mayor en capacidad, registra 25,20 millones de metros cúbicos, es decir, alcanza sólo un 3%. “Si uno mira las estadísticas de 30 años y prácticamente de 100 años nunca el afluente al embalse La Paloma ha sido inferior a 30 millones de metros cúbicos en el año, es lo más bajo que ha llegado históricamente desde que empezó su operación”, señala José Eugenio González, presidente de la comunidad de aguas del embalse La Paloma.

Previendo esta situación, dice el dirigente, es que en agosto de 2013 iniciaron un programa de dotaciones que se ha mantenido inalterable en base al balance hídrico del tranque. “Eso nos da la seguridad que vamos a estar a fines de abril con un volumen cercano a los 20 millones de metros cúbicos”, dice.

Asimismo, y como una nueva forma de cuidar el recurso existente, anuncia que a partir del 1 de abril comenzarán a realizar un proceso de desagüe río arriba de la infraestructura hídrica. “Con esta medida empezaría a entrar más agua de manera de dar garantía de abastecimiento para el consumo humano y permitiría mantener un caudal mínimo para satisfacer las necesidades básicas de riego”, indica. Así se mantendría hasta el 31 de septiembre.

Respecto de lo que sucederá con el riego y si efectivamente habría predios que deberán dejar de recibir el recurso dado el crítico escenario, González señala que “no quisiéramos ser muy pesimistas ni causar alarma, pero el programa que hemos desarrollado es poniéndonos en el peor escenario. Nuestra prioridad será velar por el consumo humano, de manera que si se deben sacrificar cultivos o alimentarlos con volúmenes muy bajos debemos hacerlo”.

No obstante, agrega, ya han tenido información de que los pronósticos meteorológicos podrían ser más auspiciosos este año “lo que nos puede permitir recuperarnos en gran medida. De ser así, en el peor de los casos estaríamos igual que este año”, precisó.

Otro de los tranques que se encuentra en niveles críticos en Limarí es Recoleta, que a la fecha dispone de 2,88 millones de metros cúbicos, un 3% de capacidad. A éste se agrega Cogotí, en Combarbalá, que ya agotó sus reservas.

En el Elqui, en tanto, Puclaro registra 4,90 millones de metros cúbicos, un 2% de su capacidad. Sin embargo, las reservas que tiene La Laguna, en la cordillera, que se ubican en 25,78 millones de metros cúbicos (64%) permitirían que los regantes enfrenten un mejor panorama.

En Choapa, el más crítico es El Bato, que llega a 2,44 millones de metros cúbicos (10%), pero en Corrales existe mayor disponibilidad, pues mantiene una capacidad de 25,43 millones de metros cúbicos (51%).

ALENTADOR PRONÓSTICO
Ante este escenario, la buena noticia es que, según los últimos estudios desarrollados por el Centro de Estudios Avanzados de Zonas Áridas (CEAZA), este año se podrían producir mayores precipitaciones.

El meteorólogo de esta entidad, Cristóbal Juliá, detalla que según el análisis que están haciendo actualmente “este año va a ser más lluvioso y de hecho esperamos que en los próximos meses, es decir, marzo, abril, mayo y junio, pudieran ser un poco más lluviosos de lo normal. Por lo tanto, esta temporada invernal se ve mucho más auspiciosa que la del año pasado”, precisa.

El experto aclara, eso sí, que esto no significa que se vaya a repetir un escenario como el que, por ejemplo, se dio en 1997. “Hay que ser muy cautos en esta materia. Es cierto, va a llover un poco más que el año pasado, pero hay que recordar que el 2013 fue muy seco, por lo tanto no hay que pensar que nos vamos a inundar y se va a acabar la sequía”.

Lo que va a permitir, especifica, es que va a producir una pequeña recuperación de los sistemas hidrológicos de la región, que va a ser evidente. “Si empezamos a tener agua ahora hay que tratar de sacarle el máximo provecho posible y sobre todo empezar a generar una consciencia colectiva respecto al recurso hídrico y seguir pensando a mediano y largo plazo”. En este sentido, sostiene que el rol que sigan teniendo las juntas de vigilancia será fundamental.

Juliá dice que hay tener presente que la tendencia actual es irrefutable “hay una tendencia a la desertificación, ya no estamos hablando de una sequía como un proceso temporal, que dura 8 o 10 años, sino que de algo permanente, por ello, cuando tenemos el recurso hay que ver la forma de cuidarlo”, precisa.

Diario El Día

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