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Estamos en medio de una de las sequías más intensas de los últimos cien años, pero tenemos más agua de lo que muchos piensan, incluso en algunas cuencas de la zona central. Lo que hace falta es infraestructura para almacenar la precipitación que cae sobre la alta cordillera, especialmente ahora que las altas temperaturas asociadas al cambio climático están derritiendo los glaciares que han actuado en el pasado como embalses naturales.

Es la conclusión de dos glaciólogos que han dedicado sus carreras al estudio de los hielos de los Andes, la Patagonia y la Antártica. Bajo un fuerte sol veraniego en el Cajón del Maipo, Gino Casassa (57) y Cedomir Marangunic (77), ambos con doctorados en la Ohio State University y considerados entre los mayores expertos en Chile sobre glaciares, nieves y riesgos naturales, se refieren al agua y la regulación del medio ambiente en nuestro país.

¿Qué países manejan mejor el problema de la escasez de agua? «El país que siempre ha sobresalido en ese sentido ha sido Israel», responde Marangunic. «Tienen un problema y lo sufren todos o gran parte de la población. Hay una conciencia enorme. Ha habido una política de gobierno y una recepción por la cual la población está consciente de la necesidad de cuidar el recurso».

«En países como el nuestro, desgraciadamente hay ejemplos de la naturaleza que son malos. Tenemos ríos como el Maipo, llenos de agua virtualmente todo el año, más de lo que se ocupa. Por eso uso esa expresión de un mal ejemplo, porque todos nosotros vemos un río corriendo, y pensamos que de alguna manera hay agua. Obviamente, además no ha habido una política de gobierno que haga énfasis en el problema. No es algo que se instruya desde los cursos más básicos de las escuelas sobre la necesidad de cuidar el agua», señala Cedomir Marangunic (CM).

—¿Tenemos más agua de lo que necesitamos?

—CM: Tenemos bastante agua, pero parte de ella va a dar al mar.

—¿Y eso incluye lo que consumen la agricultura y la minería?

—CM: Sí, todo lo que estamos ocupando. Según nuestros estudios, si no existiera actividad humana en la cuenca del río Maipo, la descarga al mar sería del orden de 155 metros cúbicos por segundo. Los usos consuntivos según la Dirección General de Aguas del MOP el 2004 eran 36,6 m{+3}/s para riego, 10,2 m{+3}/s para agua potable y 6,2 m{+3}/s para la industria y minería.

Si aceptamos que la demanda actual es 10% mayor, ésta llegaría a 58 m{+3}/s, el 37% del agua disponible en la cuenca. Es decir, usamos poco más de un tercio del agua disponible. El resto va a dar al mar, en la caso del Maipo unos 111 m{+3}/s el 2004, y algo similar ocurre con prácticamente todos los demás ríos hacia el sur, que vierten al Pacífico aguas de exceso durante todo el año.

—Es sorprendente escuchar que el Maipo tiene un excedente de agua.

—CM: Lo que ocurre es que el fenómeno es menos evidente porque ese excedente no utilizado ocurre en grandes lluvias, y en esta efusión casi repentina de los mantos de nieve en noviembre y diciembre, que crean altos caudales en los ríos. No son ríos de flujos constantes que serían más fáciles de aprovechar. Estos flujos repentinos requieren ser embalsados. Eso es mucho más difícil hacerlo cuando pasa todo de un golpe que si discurriera lentamente. Construir embalses en valles de mayor pendiente significa un costo alto de embalsamiento. Pero esos son los lugares que tenemos disponibles, pensando que no queremos ocupar valles como los del Maipo y del Aconcagua.

¿Qué tan grave es la sequía actual en la zona central? Gino Casassa (GC) responde que, estadísticamente, no este año en particular pero como un período de sequía, entiende que «éste es el peor período de sequía en la era instrumental. Normalmente uno se refiere a la Quinta Normal, que tiene estadísticas desde fines de los 1800. Llevamos más de cinco años en este período».

—Este fenómeno ha afectado a otras partes del mundo, como Australia, el oeste de EE.UU., y también lluvias extremas en otras zonas.

—GC: Es un hecho. Se ve en la intensidad de los huracanes y en eventos de calor extremo, como el de Europa en agosto del 2003, que dejó más de 20 mil muertos. Referido a glaciares, se derritieron el equivalente de tres años concentrados en un solo verano.

Balance hídrico

—Con la cantidad de lluvia que tenemos y con lo que se puede anticipar que vamos a tener en la zona central, ¿son compatibles la agricultura, la industria y la minería con el consumo humano, si están bien manejados?

—GC: Yo diría que sí. Pero hay algo muy importante, que es el balance hídrico (el balance entre todos los recursos que entran a un sistema o a una cuenca y los que salen del mismo). Hay escasez en el balance hídrico en el norte de Chile, y se está extendiendo hacia el centro. Hay un superávit, afortunadamente, todavía en el sur y en el extremo sur.

Todavía no están agotados los recursos hídricos. Los recursos subterráneos quizás en el norte se están agotando en algunas partes, pero en la zona central se necesita más información sobre ese tema, y un uso más racional. Y lo que decía Cedomir, tratar de captar aguas. Lo óptimo sería miniembalses. Hay un tema ambiental con los macroembalses.

—¿Miniembalses para generación eléctrica también, o sólo para capturar el agua?

—GC: Sólo para almacenar agua. Estos embalses naturales que son los glaciares están reduciendo sus tamaños. Entonces su rol como embalses hídricos se va reduciendo.

Ahora, todavía no tenemos problemas nosotros en la zona central. Tenemos los ríos bastante llenos, pero en desmedro de acumulaciones de hielo que vienen del pasado, y que no se recuperan con estas sequías que han durado más de cinco años.

—Entonces, lo que tenemos que empezar a pensar como sociedad es cómo almacenar.

—GC: Cómo almacenar, cómo proveer agua. Bajo el concepto de geoingeniería, cabría preguntarse cómo podríamos recargar las napas subterráneas, por ejemplo. Hay algunas formas de recuperar esas aguas en exceso que precipitan y se van al mar en invierno, para recargar napas subterráneas.

Los humedales en la cordillera, unas zonas que son más verdes que otras, son reservorios de agua, donde prolifera la vida en general. Los humedales están bien protegidos, tienen una convención internacional que Chile ha acogido.

Los glaciares

—Los glaciares han sido convertidos en un símbolo de la protección del medio ambiente y de los cambios del clima global. ¿Merecen la importancia que se les ha dado?

—CM: Estás haciendo la pregunta a dos personas muy interesadas en el tema (ríe).

Claro, han sido utilizados, desde el proyecto de Pascua Lama, como una bandera de lucha de la protección del medio ambiente, que tiene en principio muy poco costo. Es fácil utilizarlos. El decir los glaciares se están reduciendo, son fuentes de agua, cerrémoslos, porque salvarlos implica solamente no hacer nada.

—¿Y los glaciares se están derritiendo igual sin que nadie los toque?

—CM: Eso está ocurriendo, en Chile y en el mundo, en la gran mayoría de los glaciares.

—¿Debiera haber una ley sobre los glaciares?

—GC: Yo diría que es discutible. ¿Qué es lo que nos dice la experiencia internacional? Que no es realmente necesaria.

Hay dos países con ley de glaciares: Argentina y Kirguistán. La verdad que los países más desarrollados no tienen leyes de glaciares. Lo que hacen es reforzar sus propios cuerpos de leyes ambientales con algunos artículos o reglamentos específicos destinados a los glaciares. Yo creo que eso sería suficiente.

—¿Qué falta?

—GC: Falta una guía metodológica, que pueda indicar a los titulares cómo hacer las cosas. Hay unas normas más bien generales.

El 2013 se estableció un reglamento que indicaba que, para la evaluación de impacto ambiental, para confeccionar una línea de base del medio ambiente en un glaciar, se requiere hacer perforaciones en el glaciar. Pero no se dice qué propiedades habría que investigar de los glaciares, porque hay tantas propiedades.

—El problema, entonces, es una falta de precisión de los requerimientos de los estudios de impacto ambiental.

—GC: Exacto. Ya que otros temas, por ejemplo, como el de la contaminación atmosférica o el de la contaminación por material particulado, están muy bien normados. Se sabe perfectamente lo que se tiene que hacer y lo no se tiene que hacer.

La objetividad

—A ustedes los han acusado de no ser objetivos.

—GC: Nos han dicho que estamos todos comprados por las mineras, palabras textuales de ellos.

—Pero los clientes de Geoestudios son efectivamente empresas mineras.

—GC: Sí, entre otros. Tenemos clientes que son empresas mineras, otros que son empresas hidroeléctricas, otros que son el mismo Estado a través de la Dirección de Aguas del MOP, que nos encargan estudios.

Yo diría que lo importante es la conciencia de cada persona, de cada profesional, en todo ambiente, en el académico y en la consultoría privada.

Uno trata de mantener al máximo posible esa autonomía profesional, y una autonomía personal de que no importa para quién hagas el trabajo, lo vas a hacer de la manera más objetiva posible. Diría que eso no está en jaque.

La información es tan transparente que si uno comete el error, que sería verdaderamente estúpido, de tergiversar la información, se va a conocer y va a afectar la propia reputación de uno.

—Y su trabajo está sometido al proceso de revisión por sus pares, de lo que hacen tanto para la minería como para el Gobierno.

—GC: Lógico. Es la esencia de la ciencia.

 

La Segunda

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