La radiación del extremo norte del país permitió fortalecer la producción de este tipo de energía renovable que en los últimos años ha tenido la curva más rápida de disminución de costos y mejoras tecnológicas. El desafío, mayor infraestructura para su distribución
La radiación solar que golpea el desierto de Atacama, en Chile, es tan fuerte que con 40 kilómetros cuadrados de paneles solares instalados en esta zona sería suficiente para abastecer de energía a todo el país.
Aunque parecía lógico que este privilegio lo tuviera Ecuador, por la dirección en la que llegan los rayos del sol, tras 18 meses de investigación, científicos de la Universidad de Chile confirmaron sus sospechas: entre 7 y 7,5 KWh/m² es la radiación que se registra en el extremo norte del territorio.
La razón: la distribución del agua en la atmósfera, pues la humedad dispersa la radiación, mientras que a mayor altura ésta llega de manera más directa a la superficie, y en el caso del desierto de Atacama no sólo se cumple esa condición sino que la ausencia de lluvias lo convierten en el lugar perfecto para este fenómeno, del que se origina una de las energías renovables que en los últimos años han registrado la mayor cantidad de mejoras tecnológicas y disminución de costos, posicionándose como una prometedora y rentable alternativa.
Una situación que beneficia a los consumidores, pero tiene preocupadas a las centrales eléctricas, que se están viendo en problemas para generar ingresos, advirtió este portal especializado de noticias.
Y es que esa demanda de energía solar fue impulsada por el vertiginoso crecimiento de la minería, pero con la desaceleración mundial del sector y la falta de infraestructura para distribuir lo que se produce en el desierto, los excedentes no han dejado otra opción que terminar regalando un recurso que en otros países es motivo de conflicto y sinónimo de desigualdad.
El problema, le advirtió al diario La Tercera, de Chile, Rafael Mateo, responsable de la unidad de energía de Acciona S.A., que invertirá más de US$300 millones en un proyecto de 247 megavatios en la región, una de las iniciativas de energía más ambiciosas en América Latina, es que quienes le apostaron a este negocio están perdiendo dinero. La oferta supera la demanda y los precios de la energía terminaron por el suelo. Todos se fijaron en Atacama, pero nunca se establecieron pautas para un crecimiento ordenado.
elespectador.com
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