Los expertos destacan el esfuerzo que ha realizado el sector para hacer un uso eficiente del agua, aunque advierten que todavía falta una gestión más integrada y colaborativa. Asimismo, en el caso de las plantas desaladoras, consideran que se requiere una mirada más sistémica
Los expertos destacan el esfuerzo que ha realizado el sector para hacer un uso eficiente del agua, aunque advierten que todavía falta una gestión más integrada y colaborativa. Asimismo, en el caso de las plantas desaladoras, consideran que se requiere una mirada más sistémica.
“Todos los años el Consejo Minero hace una encuesta para conocer los principales desafíos del sector y precisamente el tema del agua compartió el primer lugar en la versión 2017”, subraya Carlos Urenda, gerente general de esta entidad que reúne a los principales actores de la gran minería. De esta forma el ejecutivo grafica la importancia que tiene el tema hídrico.
Al respecto, puntualiza que las grandes compañías mineras consumen sólo un 4% del total de agua de fuente continental en las regiones donde operan (entre las de Tarapacá y O´Higgins), zonas que se caracterizan por la escasez del recurso, “lo que impone exigencias de consumo responsable, tanto a nuestro sector como a los demás usuarios”, resalta.
Daniela Rivera, directora ejecutiva del Centro de Derecho y Gestión de Aguas UC, agrega que según las evaluaciones del desempeño ambiental realizadas por parte de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), “aun cuando existen aspectos que mejorar, es posible ver un uso más eficiente de las aguas en este sector, debido, por ejemplo, a la introducción de técnicas de recirculación de agua fresca y al mayor uso de agua desalinizada en sus procesos”.
Ahora bien, para la experta también debe velarse por un aprovechamiento más sostenible, enfocado en resguardar la cantidad y la calidad del recurso. “Ello es un desafío no sólo para la minería, sino para todos los usuarios de aguas”, enfatiza.
Ulrike Broschek, subgerente de Sustentabilidad de Fundación Chile, comenta que la industria minera, junto con el sector sanitario, son los únicos que hoy informan sobre el uso de este vital elemento a nivel país. No obstante, considera que la gestión hídrica que realizan las faenas es poco conocida y visible a nivel más público, lo cual puede deberse a que las empresas llevan a cabo su gestión con foco más “hacia dentro”. Por ello, apunta que el desafío de éste y otros sectores es mirar “hacia afuera” y administrar el insumo junto a otros usuarios dentro de sus áreas de influencia, lo que se conoce como gestión integrada de aguas a nivel territorial. “Ésta es muy distinta a la responsabilidad social empresarial, y es la forma mundialmente recomendada, donde la colaboración entre usuarios en un mismo territorio resulta fundamental para sostener las mismas actividades económicas”, detalla.
En este sentido, Carlos Urenda hace hincapié en que los actores de la gran minería chilena se guían por los mismos estándares en materia de gestión hídrica que los países mineros más desarrollados, destacando el marco de referencia para la gestión del agua del International Council on Mining and Metals (ICMM), al que adhieren el Consejo Minero y varias empresas del sector. “Los imperativos estratégicos del marco son: ser transparente y responsable en la información; participar activamente y en forma incluyente con las partes interesadas; adoptar un enfoque de cuencas para comprender el valor social, cultural, económico y ambiental del agua; y tener una gestión eficaz de los recursos hídricos. Respecto de este último imperativo, podemos destacar que la tasa de recirculación del agua en la gran minería chilena es de 74%, que debe ser una de las más altas entre los sectores económicos”, subraya el ejecutivo.
La experta de Fundación Chile también valora la adhesión a este estándar recomendado por el ICMM, pero reitera que aún no se visualiza el impacto de su aplicación.
Uso eficiente
En cuanto a los espacios para seguir avanzando en una mayor eficiencia en el uso del recurso hídrico en minería, el gerente general del Consejo Minero hace notar que según datos de Cochilco, el sector reporta avances de 28% en este ámbito entre comienzos de la década y 2016, pasando de 0,69 a 0,50 metros cúbicos de agua por tonelada de cobre procesada en concentración. “De todas formas –añade–, las empresas siguen buscando alternativas para que este consumo sea aún más eficiente y esperamos ver que continúe la tendencia de los últimos años”.
Consultada sobre el mismo tema, Ulrike Broschek sostiene que de las iniciativas que Fundación Chile ha ejecutado en operaciones mineras se ha identificado y probado las mayores oportunidades de ahorro de agua en:
1) El proceso de lixiviación, donde se realiza el riego en pilas y cuyo cambio en diseño permitiría optimizar el uso de agua en forma importante, debido a la minimización de pérdidas por evaporación y arrastre de agua por viento.
2) Manejo de agua en relaves, que permita su mayor recuperación y recirculación a la operación, que hoy mayoritariamente se pierde por evaporación en el espejo de agua.
Agua de mar y desalación
“Sin duda la utilización de agua de mar en los procesos mineros se ha consolidado como una de las innovaciones que más éxito ha tenido y con mayor futuro”, reconoce Urenda. De hecho, el uso de agua de mar en minería creció de un 2% a un 15% en los últimos seis años “y se espera que a 2026 represente un 50% del total consumido por la industria”, acota.
No obstante lo anterior, advierte que el uso de agua de mar es bastante más caro y que no resulta viable para todos los proyectos mineros, sobre todo para los que están lejos de la costa y a mayor altura.
“Por cierto que es una fuente alternativa que hay que evaluar, considerando todos los aspectos y efectos que conlleva la desalinización, por ejemplo, sus potencialidades, los impactos ambientales que pueda generar, los costos involucrados, la desregulación del tema en nuestro país, entre otros”, plantea. Daniela Rivera añade que sería positivo conocer los resultados de las plantas desalinizadoras en operación, “y así poder identificar las ventajas y brechas de esta alternativa hídrica. Pues, aunque en algunos países ha funcionado bien, no puede catalogársele como ‘la’ opción para asegurar la viabilidad de los proyectos mineros; no hay panaceas en este campo”, argumenta.
Ulrike Broschek remarca que muchas faenas aún continúan dependiendo del agua dulce proveniente de las cuencas. Y coincidiendo con Carlos Urenda, hace notar que el elevado costo para llevar el agua de mar hasta las operaciones puede restringir esta opción para la totalidad del sector. “Esta restricción puede ser relevante cuando se considera a las pequeñas mineras”, puntualiza.
Actualmente existen en Chile nueve plantas de agua de mar operando y otras doce en proyección.
Ante la inquietud de si es eficiente esta proliferación o se necesita un ordenamiento de estas iniciativas, Urenda considera que el abastecimiento de agua de mar debe pensarse de un modo similar al abastecimiento eléctrico: “¿Es mejor tener pocas y grandes centrales de generación eléctrica, o varias y de menor tamaño? No hay una única respuesta, pero es evidente que por razones de seguridad de abastecimiento, tener pocas centrales grandes no es una buena solución. En el caso de las plantas desalinizadoras ocurre algo similar: las economías de escala y el buen uso del territorio deben balancearse con un objetivo de diversificación de las fuentes hídricas”.
Ante la misma consulta, Daniela Rivera, del Centro de Derecho y Gestión de Aguas UC, opina que hay tareas previas que deben ser abordadas: “Primero, la incorporación de reglas jurídicas claras respecto a la desalinización, que hoy no existen; estamos operando a través de una especie de patchwork entre distintas normas, ninguna de las cuales establece una regulación específica sobre esta materia, de modo que prima la fragmentación y no una visión sistémica. Luego, sería necesario tener un diagnóstico completo de la experiencia práctica de la desalinización en Chile, de modo de evaluar sus ventajas y problemáticas, y, conforme a ello, definir si es o no eficiente y sostenible la introducción de más plantas desaladoras”.
La gerente de Sustentabilidad de Fundación Chile, Ulrike Broschek, coincide en que hasta ahora en este ámbito se ha visto que los sectores son más autónomos e independientes en resolver sus problemas “y han carecido de la mirada colaborativa y sistémica”. Para la experta, un enfoque más integral podría tener mayores economías de escala y menores costos de implementación y operación. Además, permitiría visualizar a la minera como un actor relevante y proactivo, con mirada holística, “lo que le otorgaría mayor licencia para operar”, subraya.
Finalmente Carlos Urenda cuestiona, también, que así como algunos ven con preocupación un posible exceso de plantas desalinizadoras, en el otro extremo hay un proyecto de ley sobre uso obligatorio de agua de mar en la minería, actualmente en tramitación en el Congreso, “con el que estamos en total desacuerdo. Esto no sólo es discriminatorio, sino que tiene el riesgo de hacer inviables algunos proyectos y faenas mineras”, concluye.
Trabajando para una mayor eficiencia
El Consejo Minero convoca mensualmente a los especialistas en agua de las empresas socias a través de su comisión de Recursos Hídricos, explica el gerente general, Carlos Urenda, al detallar sobre cómo el gremio aborda este tema. En dicha instancia, se analizan y se hace seguimiento a los temas regulatorios pertinentes y se intercambia conocimiento sobre gestión hídrica. “Éste es el espacio propicio para ampliar la discusión del agua hacia otros actores, para compartir experiencias y proyectos. Además, a través del Consejo se genera el relacionamiento con las autoridades. Por último, pero no por ello menos importante, el gremio impulsa los proyectos sectoriales, el más importante en este ámbito es la plataforma de extracciones de agua de las empresas socias, que informa de manera simple el consumo de agua por parte de la gran minería”, puntualiza.
En cuanto a las iniciativas que impulsa Fundación Chile en materia de uso eficiente del agua, Ulrike Broschek sostiene que han generado desarrollos relevantes en diversas dimensiones, ahondando en dos que están impulsando actualmente:
- Habilitar el reúso de aguas residuales tratadas provenienteS de los emisarios submarinos.
- Junto con el Gobierno de Suiza se está aplicando la nueva ISO 14046 de Huella Hídrica en sectores productivos intensivos en consumo de agua.
mch.cl
Hacer Comentario