Desde hace siete años que científicos investigan a más de 30 especies de aves que llegan durante todo el año a la costa porteña para abastecerse durante sus rutas migratorias. El área es considerada una verdadera “estación de servicio” de numerosas especies que llegan allí para descansar y alimentarse
Los primeros rayos del sol caen sobre el muelle Prat de Valparaíso, que lentamente comienza a alejarse mientras nos adentramos en el mar con la ciudad como telón de fondo. Tres estudiantes tesistas equipados con larga vistas van registrando minuciosamente todo lo que ven, tan concentrados que casi no se miran ni hablan entre ellos. “Petrel gigante”, anuncia uno apuntando a su derecha, donde acaba de posarse un ave negra, un poco más pequeña que un pelícano, que exhibe un pronunciado y vistoso pico. Explica que se trata de un pájaro que viene desde la Antártica y que migra hacia el norte en el invierno siguiendo la corriente de Humboldt.
Esta es una de las más de 30 especies de aves, tanto migratorias como residentes, que habitan frente a las costas de Valparaíso, una zona rica en biodiversidad gracias al efecto que ejerce la zona de Curaumilla sobre toda la bahía: los fuertes vientos que se registran en esta área -que también se sienten en los cerros de la ciudad puerto- generan lo que se conoce como zona de surgencia, rica en nutrientes que generan abundante alimento que atrae a grupos de aves que llegan a la zona para alimentarse durante todo el año.
Mientras avanzamos en el mar, se aprecian cada vez más aves, como si fuera un nuevo y desconocido mundo que permanece oculto frente a la ciudad, ignorando su intensa actividad y sus edificios. Grupos de pingüinos magallánicos, pingüinos de Humboldt, fardelas negras y diversas especies de gaviotas volando en perfecta formación comienzan a rodearnos por todas partes. “Esta es la gaviota garuma, que viene desde el desierto. Anida en toda la zona de Tarapacá y Atacama”, dice uno de los estudiantes, sin levantar la vista mientras anota lo que está observando. Desde hace siete años que la zona es visitada una vez al mes por el doctor Alejandro Simeone, director del Departamento de Ecología y Biodiversidad de la Universidad Andrés Bello, que dirige los estudios en Curaumilla.
No sólo están descubriendo a las aves que acá residen y a las que vienen de paso buscando climas cálidos, sino que comienzan a contabilizar descensos en algunas poblaciones, fenómeno que muchas hipótesis preliminares ligan a la mayor temperatura del mar. Los hallazgos incluyen desde especies de aves pocas veces descritas para el océano Pacífico hasta aves de amplia distribución como la fardela negra, que por primera vez está mostrando un descenso en su población.
Reclasificando especies
“Los datos preliminares muestran esta tendencia en la fardela negra”, explica Simeone. Considerada clave para los ecosistemas del océano Pacífico, esta ave nidifica desde el área de Chiloé hacia el sur del país. Cuando termina su temporada de reproducción, emigra hacia el norte, pasando por el Ecuador, California y llegando hasta Canadá. “Hace años que vemos con preocupación este descenso. Creemos que con estos datos podemos ayudar a reclasificar el estado de conservación de la fardela negra”, afirma el científico.
Otro de los hallazgos más importantes es la presencia del salteador pardo, una especie que anida en la Antártica y de la cual no se registraban muchos avistamientos en la costa de Chile, ya que su principal ruta migratoria conocida es por el Atlántico. “No se tenía certeza de sus rutas y hemos comprobado que pasa por esta zona durante el invierno en un número importante”, señala Simeone. A diferencia del caso de la fardela, esta especie no tiene problemas de conservación.
Continuamos recorriendo la bahía y comienzan a aparecer muchos pingüinos magallánicos, una de las especies que han mostrado mayor descenso de poblaciones en años recientes. Un estudio de 2008 contabilizó en 1,5 millones de parejas reproductivas, de los cuales 700 mil habitan en Chile. Grupos de estas aves también migran hacia el norte en el invierno, siendo la costa de Valparaíso uno de sus lugares obligados de paso. Las principales amenazas que enfrentan estas especies y otras como los pelícanos, que pueblan en gran número la zona, son actividades como la pesca con redes: las aves, al ver concentraciones de peces se acercan, quedando atrapadas.
Aves reclutadoras
Los estudios también han revelado que las aves de diversas especies trabajan en conjunto, haciendo asociaciones para conseguir recursos. “Se forman bandadas que trabajan para obtener el alimento”, explica Cristóbal Anguita, alumno tesista que lleva un año participando del proyecto. Las gaviotas actúan como una suerte de “líder” para estos grupos. Habitantes permanentes de la bahía, son las primeras en identificar cardúmenes de peces, lo que el resto de especies usa como una guía. “Actúan como aves reclutadoras de otras especies”, agrega el profesor Simeone.
Esta abundancia de peces es lo que convierte a la zona de Curaumilla en una de las principales rutas de paso para las aves. Se trata de una de las pocas zonas de surgencia de carácter significativo descritas para la costa de Chile, un fenómeno ligado a los vientos costeros que remueven el fondo marino generando abundancia de nutrientes en el mar. Esto facilita el crecimiento de recursos como el fitoplancton y calamares, alimento de muchas especies de peces que, a su vez, son el alimento de las aves.
El área de estudio abarca cerca de 90 kilómetros cuadrados, que se extiende desde el área de punta Curaumilla, en el sector Laguna Verde, alcanzando hasta la bahía de Valparaíso. Durante nuestro viaje llegamos a contabilizar 19 especies de aves, pertenecientes a ocho grandes familias.
Gaviota dominicana
En Chile es la gaviota más común y anida a lo largo de toda la costa. Actúan como líderes o “reclutadoras” de otras especies de aves, que forman asociaciones con ellas para obtener alimento y acceder a cardúmenes de peces.
Yunco
Especie endémica de la corriente de Humboldt. Su presencia se hace más abundante desde Antofagasta al norte. El yunco se encuentra en peligro debido a las presiones de actividades humanas.
Petrel gigante antártico
Habitante de la zona antártica, esta ave migra hacia el norte por la corriente de Humboldt durante el invierno. En estado juvenil se alimenta de carroña y su distribución es más costera que la del adulto.
Pingüino de Magallanes
Se considera como una especie casi amenazada y su tendencia decreciente se debe principalmente a la contaminación por petróleo y a las mortalidades producto de las pesquerías. Habitan la zona austral y pasan por Valparaíso cuando migran durante el invierno.
Fuente / La Tercera
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