Generar biomasa a través de especies arbóreas es el objetivo del convenio realizado entre la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y la minera Barrick Zaldívar. Especialistas analizan el actual panorama y son optimistas respecto de futuros proyectos, pese a las particulares condiciones ambientales del norte del país
A 3.200 msnm y bajo las extremas condiciones climáticas que otorga el desierto de la Región de Antofagasta, se encuentra la primera estación experimental de cultivos agroenergéticos en altura del país, donde figuran especies arbóreas de Jatropha, Jojoba, Guindilla, Ricino, Chañar, Atriplex, Algarrobo, Pimiento, Tara y Tamarugo. Las cuatro hectáreas de plantación tienen la finalidad de desarrollar estudios que deriven en producción de biomasa y bonos de carbono.
La iniciativa surge a través del convenio firmado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y la minera Barrick Zaldívar, donde se acuerda por ambas partes unificar experiencias y recursos con el objetivo de determinar cuál planta responde de mejor manera a los efectos adversos del medio ambiente en la zona, y así comenzar a utilizar fuentes de energía renovable no convencional en la industria minera, como son los biocombustibles que aportan los árboles.
Para el ministro de Agricultura, Luis Mayol, este acuerdo se integra a otros que se están ejecutando en torno a la Estrategia Nacional de Bosques y Cambio Climático implementada en el país y que lidera el Ministerio de Agricultura, a través de Conaf. En este contexto, una herramienta fundamental será la Plataforma de Generación y Comercio de Bonos de Carbono del Sector Forestal de Chile. “Como país estamos avanzando en una estrategia nacional que permita a pequeños y medianos propietarios forestales o a quienes tengan terrenos aptos para ser forestados, integrar la alternativa de emitir bonos de carbono mediante la fijación de los gases de efecto invernadero. Para ello queremos aportar los datos técnicos, administrativos y legales que certifiquen la cantidad de carbono que capturan los diferentes tipos forestales que hay a lo largo del país”, sostiene el Ministro Mayol.
Investigación
Los estudios realizados a la fecha, a cargo de Centro Agrícola del Desierto de Altura (Ceada) −inaugurado en 2012− mantienen optimistas a las autoridades y ejecutivos de Barrick, ya que las plantaciones presentan respuestas favorables a los estímulos del ambiente árido del desierto nortino.
Entre las especies energéticas en estudio para forestar el desierto tiene especial interés el Atriplex, ya que no compite por los recursos de suelo y agua, son especies rústicas, y pueden desarrollarse en terrenos marginales, susceptibles a industrializarse como fuente de bioenergía. La investigación desarrollada ha establecido que una hectárea sembrada con Atriplex puede capturar hasta cinco toneladas por año de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que corresponde a neutralizar las emisiones totales generadas por la compañía Minera Barrick al producir entre 0,5 y 1 tonelada de cobre. La huella de carbono establecida para Atriplex en las condiciones desérticas es de 16,55 ton CO2-e /ha y destaca que una especie con un poder calorífico de 4.535 Kcal/Kg, produce 11,7 mas energía que la consumida (obteniendo eficiencia energética).
Manuel Paneque, doctor de la Universidad Complutense de Madrid y posdoctorado de la Universidad de Glasgow-Reino Unido, y quien actualmente ejerce como director del laboratorio de Bioenergía y Biotecnología Ambiental de la Universidad de Chile, es quien lidera el proceso investigativo de las especies cultivadas a través del convenio y compartió con revista ELECTRICIDAD su visión respecto al proyecto y al impacto que este puede generar en el futuro.
“El proyecto establecido por Barrick y Conaf busca integrar al suelo minero la producción agroforestal en condiciones agroclimáticas extremas, y donde se agotan los conocimientos para lograr opciones de energía más amigables, y plantaciones agroforestales en zonas áridas a gran escala para capturar dióxido de carbono. La investigación se desarrolla en condiciones de salinidad, modicidad y alta conductividad eléctrica, propias del suelo del desierto. Asimismo, el uso de agua servida tratada, con altas concentraciones de boro y cobre, permite soñar con la selección de ecotipos resistentes y adaptados que puedan incorporarse a sistemas productivos en el desierto chileno. La forestación como opción para la captura de CO2 es el enfoque más eficaz y ambientalmente seguro para la mitigación del cambio climático. La vegetación ha jugado un papel clave en el ciclo global del carbono durante millones de años. Sin embargo, se deben investigar los impactos que las plantaciones a gran escala podrían tener en el clima de una región, los que podrían incluir un aumento en la nubosidad y en las precipitaciones”, explica Manuel Paneque.
Suelo nortino
El norte de Chile tiene abundantes tierras sin potencial agroforestal y que se encuentran bajo algún nivel de erosión, las cuales pueden ser utilizadas por especies tolerantes capaces de desarrollarse en condiciones de aridez, cuyos sistemas agroforestales han evolucionado a través de una progresiva convergencia entre las prácticas de cultivo más adecuadas y programas de selección de plantas mejor adaptadas, explican los especialistas.
Las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Atacama, con alrededor de 26,08 millones de hectáreas, tiene solo el 0,3% con uso agroforestal, y un 59,2% desprovistas de vegetación, lo que corresponde a 15,45 millones de hectáreas con potencial de cultivo para especies tolerantes de interés energético, adaptables a zonas áridas. La forestación con especies alternativas tiene el principio de desarrollar cultivos que sean capaces de entregar altas productividades en condiciones extremas, sin constituir un riesgo para la seguridad alimentaria. Estos terrenos presentan características adversas para el desarrollo de la agricultura, y potencialmente podrían ser útiles para el desarrollo de cultivos adaptables a zonas áridas.
La generación de energía a partir de biomasa cosechada en el desierto contribuye a la seguridad y diversificación de la matriz energética nacional y a la reducción de gases de efecto invernadero, ya que en su utilización genera emisiones que son parte del ciclo natural del carbono en la tierra, sustituyendo una fracción del uso de los combustibles fósiles en los procesos productivos. Las características climáticas del norte de Chile permiten el desarrollo de cultivos oleaginosos, cuyas semillas tienen un alto contenido de aceites que pueden ser utilizados para la elaboración de biodiésel, y de algunas especies nativas de hábito arbustivo cuya biomasa puede ser empleada como leña, pelle o briqueta.
Proyección
El seremi de Energía de la Macro Zona Norte, Carlos Arenas, es optimista respecto de la investigación en curso y no descarta, a futuro, usar estos recursos como metodología complementaria al suministro eléctrico en diversas áreas.
Para concretarlo, el secretario ministerial asegura que los convenios públicos-privados son el camino correcto para potenciar las investigaciones y generar proyectos que fomenten el uso de la biomasa como energía limpia.
“La iniciativa impulsada por Conaf y Barrick es tremendamente valorable pues nos dotará de información mediante investigación aplicada realizada en zonas extremas de altura, y sobre el cultivo de especies para el abastecimiento seguro y confiable en el largo plazo de proyectos energéticos, con énfasis en el sector minero y comunitario. Sin duda es una apuesta innovadora que contribuirá significativamente a la búsqueda de soluciones energéticas renovables a la matriz energética de Chile”, concluye el seremi.
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