Expertos advierten déficit de información en siniestros como el de Melipilla, para que la población tome medidas proactivas
Tres preemergencias y una emergencia ambiental deberían haberse declarado en Santiago si el incendio de este sábado en Melipilla hubiese ocurrido en un mes de invierno como julio. En ese caso, la capital hubiese estado bajo la plena vigencia de la Gestión de Episodios Críticos, que permite a la autoridad declarar medidas preventivas como la suspensión de clases de educación física, restricción a fuentes contaminantes fijas y móviles como industrias o vehículos.
Sin embargo, el subsecretario de Medio Ambiente, Rodrigo Benítez, explica que por el origen natural de la contaminación, ayer solo se pidió a la población no realizar actividades deportivas. “No sirve de nada decretar medidas, porque el humo va a seguir entrando. En cuanto a actividades físicas, en invierno se pueden suspender clases, pero en verano la autoridad no puede quitarle la bicicleta a una persona”, señala.
A juicio del director del Centro de Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello, Marcelo Mena, debiese implementarse un plan especial para episodios de contaminación como los incendios forestales de verano, que generan niveles críticos de la calidad del aire. “Hay un déficit en las advertencias a la población. Debiese haber un sistema de alerta temprana en la ONEMI o en la Dirección Meteorológica de Chile con información a colegios y hospitales para que tomen medidas, y hacia los medios para que la población cuente con información clara”, asevera.
Para el experto en contaminación UC, Héctor Jorquera, en casos como este es clave que la autoridad difunda la información “para implementar medidas de autocuidado”.
El Mercurio
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