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En diciembre, Perú será la sede de la conferencia climática de las Naciones Unidas. Hay una oportunidad para Chile de ejercer mayor influencia en la política climática de la región

CHILE SE encuentra en un momento decisivo. El precio del cobre está cayendo, la brecha entre la demanda y la producción de energía es cada vez más grande, y Michelle Bachelet asumirá nuevamente la presidencia en marzo.

En este período de cambio, el país enfrenta el reto de conservar el equilibrio entre mantener un crecimiento económico fuerte y la energía que esto requiere, y garantizar el progreso de objetivos climáticos y energía limpia.

Chile está avanzando en su compromiso de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% al 2020, por debajo de los niveles del 2007. El país duplicó recientemente su meta de energía renovable de 10% al 2024 a 20% al 2025, lo que Bachelet quiere mejorar hasta 30% al 2030. Sin embargo, inquieta que en la campaña presidencial no se tratara el tema de cambio climático.

Para satisfacer el hambre por la energía que tiene la minería, Michelle Bachelet apoya una variedad de proyectos en Chile, incluyendo la costosa importación de gas natural licuado.

En el medio del debate de energía está la controversia inevitable de HidroAysén, el proyecto hidroeléctrico que Bachelet ha llamado “inviable”. Pero la creciente presión para abastecer la demanda de energía en Chile podría forzarla a reconsiderar su posición sobre esta fuente formidable de energía.

Mientras tanto, en las negociaciones sobre cambio climático de las Naciones Unidas, Chile es parte de un grupo progresivo que incluye a Colombia, Costa Rica y Perú. La Alianza Independiente de Latinoamérica y el Caribe (Ailac) busca aplacar las diferencias entre los países en vía de desarrollo y los países desarrollados, y abrir paso a un acuerdo legal de reducción de emisiones el 2015.

La Ailac apoya una ambición colectiva notable: todos los países del grupo tienen compromisos de reducir sus emisiones antes del 2020. Para solidificar su liderazgo en este momento de cambio, Chile tiene que aumentar esta ambición antes del 2020. La Presidenta Bachelet, con sus promesas de reformas grandes, tiene la oportunidad de reafirmar la posición de su país como líder global en cambio climático. Bachelet está bien puesta para tender un puente en la creciente competencia entre los países de la Ailac, muchos de los cuales son de la Alianza del Pacífico, y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, que incluye a Venezuela y Ecuador en asuntos climáticos.

En diciembre, Perú será la sede de la conferencia climática de las Naciones Unidas. Con la atención enfocada en América Latina, es un gran momento para Chile y la Ailac de ejercer una mayor influencia en la política climática en la región. Sin embargo, la Ailac sólo puede marcar una pauta internacional si las políticas internas reflejan la retórica ambiciosa del grupo en la ONU.

Con Chile al borde del cambio, retroceder o fracasar en la implementación de sus políticas climáticas internas sólo servirá para diluir la voz progresiva y el liderazgo del país y sus vecinos latinoamericanos. La futura Presidenta Bachelet debe fortalecer las políticas climáticas para preparar el país para dirigir América Latina hasta un acuerdo ambicioso y legal para todos los países en el 2015.

latercera.com

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